Historia de los adoquines en Toledo

Los adoquines en Toledo van contando la historia de la ciudad a todos los visitantes. Este material ha cubierto las calles de las ciudades y los pueblos de España durante siglos. Actualmente, aún existen calles y caminos con el pavimento original y algunos de estos lugares están protegidos legalmente por su atractivo turístico.

En Toledo, los adoquines han adquirido una especial relevancia: desde el famoso adoquín blanco hasta los azulejos de la judería insertados entre adoquines, pasando por las recientes reformas de las zonas adyacentes al Alcázar. Todos cuentan una historia atractiva para los turistas que visitan la ciudad.

El popular adoquín blanco de Toledo

Cuenta la leyenda que, tras la reconquista de Toledo en 1085, Alfonso VI, Rodrigo Díaz de Vivar y el obispo de Palencia, entre otros acompañantes, recorrían a caballo la ciudad. Al llegar a la mezquita, se detuvieron para observar su belleza. Fue entonces cuando el caballo de Alfonso VI, súbitamente, se arrodilló. Esto causó sorpresa entre todos los integrantes de la comitiva.

Cuando intentaron reanudar la marcha y consiguieron que el caballo se pusiera en pie, otro equino, ahora el del Cid, se puso de rodillas. También lo hizo el del obispo, por lo que, cuando uno estaba de pie, los otros permanecían de rodillas. Todos los presentes comenzaron a sospechar de un hecho sobrenatural, por lo que el rey ordenó que fuese revisado el templo.

En el interior, detrás de una grieta entre dos piedras, encontraron un halo de luz que no tenía explicación alguna. Al retirar las piedras, hicieron un hallazgo maravilloso: la imagen de un cristo crucificado y, a su lado, una lamparilla encendida, que había permanecido junto a la imagen del cristo durante cuatro siglos sin apagarse.

Debido a tal suceso, la antigua mezquita fue conocida a partir de ese momento como la del Cristo de la Luz y fue colocado un adoquín blanco en la entrada del templo, justo donde se arrodilló el caballo del rey, para conmemorar los acontecimientos ocurridos en ese día.

Existen otras dos leyendas que también son consideradas para explicar la ubicación del adoquín blanco en la entrada del templo. Sin embargo, la leyenda aquí narrada es la que goza de mayor difusión.

Los adoquines de la judería de Toledo

En 2012 fueron colocados de manera dispersa entre el pavimento adoquinado más de 500 azulejos en el barrio judío de Toledo. El ayuntamiento tomó esta medida para que los visitantes puedan situarse, ya que los azulejos están dispuestos de manera que puedan señalar lugares estratégicos de la judería, así como sus límites.

Estos azulejos muestran tres dibujos distintos. Uno de ellos es el símbolo de la Red de Juderías de España. El otro símbolo visible es el de la menorá, el candelabro de siete brazos que representa la religión judía. El último de los dibujos corresponde a la palabra «vida», escrita en idioma hebreo.

Los límites del barrio judío de Toledo también han sido señalizados con iluminación led, la cual los proyecta sobre el pavimento de una manera muy funcional.

Las obras del pavimento del entorno del Alcázar

Las calles de alrededor del Alcázar de Toledo fueron reparadas en 2019. Las obras consistieron en arreglar baches y reparar adoquines que estaban sueltos. Además, se les dio un acabado más resistente, lo cual supuso una mejora para el pavimento y dignificó una zona que tiene un alto valor para todos los habitantes de Toledo.

La inversión fue de 200 000 euros y los trabajos se realizaron dentro del tiempo previsto. Para las reparaciones, se utilizaron adoquines de granito con corte de cantera y de acabado rugoso, lo que garantizó una mayor resistencia del pavimento.

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